La faceta más solidaria del dinero en efectivo

El dinero presenta una serie de atributos que van más allá de su indudable valor económico. Es una herramienta que conecta personas y crea una red social impensable con otros métodos de pago: su extrema sencillez y facilidad de uso convierten al efectivo en una importante herramienta de inclusión social. No en vano, gente de toda clase, edad o sexo lo utiliza como método de pago principal.   El efectivo no discrimina entre personas, por lo que un amplio número de ONG lo utiliza en sus programas de ayuda para los más necesitados. Entre otros beneficios, el uso del efectivo acelera la recuperación de zonas que han sufrido un desastre, mejora de la salud y la educación de las familias con menos recursos y acelera el restablecimiento de la economía local.   Un ejemplo es Cruz Roja Internacional, que ya comprobado cómo poniendo en circulación dinero en regiones devastadas, en lugar de asistencia en especie, se agiliza la recuperación de las zonas afectadas, al permitir a las personas usar el efectivo en aquello  que necesitan.  Las monedas y billetes se gastan localmente, en cosas útiles, impactando positivamente en la economía del lugar.   Los efectos de los huracanes Harvey o Irma han demostrado lo importante que es el efectivo cuando ocurre un desastre. Las ONG se han dado cuenta de que tener acceso al dinero para que la gente compre alimentos, en lugar de enviarlos en camiones, reduce en gran medida los costes logísticos; lo que significa que llegan más aportaciones de forma directa a las manos de quienes más lo necesitan.   Incluso la OCDE ha reconocido el papel del dinero en este tipo de desastres, publicando una guía práctica dirigida a la planificación de la respuesta humanitaria haciendo uso del efectivo. Es, en definitiva, la faceta más solidaria del efectivo