Estufa de gas: Peligros, tipos y medidas de seguridad

Te compartimos los peligros que pueden suponer para que puedas prevenirlos y calentar tu hogar de una manera segura.

Estufa de gas peligrosamente encendida
  • Un incorrecto funcionamiento de las estufas de gas y una mala ventilación pueden provocar enfermedades severas e, incluso, la muerte.
  • Instalar un detector de humos en la vivienda es la solución definitiva para advertir de la existencia de monóxido de carbono.

El monóxido de carbono es un asesino silencioso. Aunque muchas personas no reparen en ello, la realidad es que en los hogares hay que tomar unas ciertas medidas para salvaguardar la seguridad de los inquilinos. 125 personas fallecen y otras 5.000 resultan heridas cada año en España por respirar este gas tóxico, inodoro e incoloro, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Un incorrecto funcionamiento o el mal uso de hornos, braseros, calentadores, chimeneas de leña, estufas de gas y una mala ventilación del espacio pueden contribuir a la generación del monóxido de carbono, producido por una combustión incompleta de los hidrocarburos.


¿Implican las estufas de gas peligros?

Las estufas de gas pueden emitir tóxicos en el interior de una vivienda. El funcionamiento de estas consiste en una quema que provoca cambios químicos y que, a su vez, produce sustancias no inocuas como el dióxido de nitrógeno.

Este último conforma una familia de gases con posible influencia sobre la salud de las personas. El surgimiento de estos gases ocurre como consecuencia de las estufas de gas, como producto de la combustión de vehículos motores y en aquellos episodios de incendios en lugares como los bosques. Los NO2 originan una suspensión de partículas conocidas como MP2,5 cuya inhalación puede provocar algún que otro problema en el sistema respiratorio y alterar la funcionalidad de los pulmones.

Otro de los peligros de las estufas de gas reside en el escape de metano, que puede surgir incluso en el momento en que el aparato no está encendido y dar lugar a problemas respiratorios en las personas. Entre ellos, puede provocar casos de asma y tos crónica.

El nivel de recursos familiares también es un factor que se debe vigilar. Estas emisiones pueden provocar efectos más negativos en aquellos domicilios con menos ingresos y en aquellos cuya arquitectura no sea tan segura como la de otros. La ventilación de los espacios es clave y puede evitar o arrastrar problemas, ya que la acumulación a largo plazo del tóxico en el aire puede aumentar los riesgos de sufrir complicaciones en las vías respiratorias.

El monóxido de carbono no es otra cosa que un gas tóxico y venenoso que no se puede ver y que es consecuencia de electrodomésticos, calentadores, estufas y automóviles que queman gasolina, gas natural, madera, aceite, gas propano o keroseno. Y puede surgir por un incorrecto funcionamiento de una estufa.

Cuando esta funciona de la manera apropiada, genera agua y dióxido de carbono. En cambio, existe la posibilidad de que se libere monóxido de carbono, un gas nocivo que puede explotar, conllevar enfermedades respiratorias graves y provocar, en el peor de los casos, la muerte. Por ello recomendamos añadir un detector de monóxido de carbono a nuestras alarmas para casa.

No todas las estufas son iguales. Es por ello por lo que se debe diferenciar entre el gas natural y el gas butano.

Gas butano: peligros.

Las más peligrosas son, sin duda, las estufas de gas butano. El principal riesgo consiste en la emisión de monóxido de carbono, generado en aquellos casos en los que la combustión no se produce de la manera adecuada.

Además, cuando se produce un fallo, este es complicado de detectar porque, aunque el gas puede ser letal y acabar con la vida de una persona, este es muy difícil de detectar al no poseer un olor particular. La persona que lo respira podrá sentir un ligero dolor de cabeza o mareos, perdiendo poco a poco ciertas capacidades de movilidad e incluso la conciencia.

Gas natural: peligros.

No obstante, son las estufas y hornos de gas natural de los hogares las que pueden producir contaminantes perjudiciales para la salud como las partículas de materia (PM), dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO) y formaldehído. A pesar de los intentos de las autoridades por concienciar sobre los riesgos de estos sistemas de calefacción, lo cierto es que continúa sin regularse la calidad del aire interior, ya que la Agencia de Protección Ambiental únicamente se encarga de la monitorización de los contaminantes hacia el aire exterior.

Si se atiende al ámbito de la seguridad en el interior del hogar, la que ofrece un mayor índice de protección no es otra que la de la llama azul. Con ella, la ignición del gas tiene lugar a una mayor temperatura, reduciendo el gasto de combustible y emitiendo más calor. Es decir, funciona por convección térmica y sube la temperatura de un modo gradual y uniforme.

Este tipo de aparato ofrece una salida de calor frontal y superior que calienta el aire en todo el domicilio. Su consumo ronda los 300 gramos por hora y puede ofrecer una potencia de 4.000 W, lo que permite a los convivientes mantener unos grados adecuados en espacios de hasta 35 metros cuadrados. Aparte de ser la estufa más eficiente, es también la que ofrece una vida útil más longeva.

Por otra parte, los modelos con termostato contribuyen a una regulación de la temperatura y permiten alcanzar un ahorro de hasta el 30% en el consumo del gas.

La estufa canalítica es otra de las variantes. Su funcionamiento consiste en un sistema que calienta unos paneles que aumentan la temperatura de los objetos cercanos y, en consecuencia, del aire a su alrededor. Si bien un escape de gas es grave, esto lo es más aún cuando los habitantes del hogar están durmiendo. De acuerdo con los profesionales, dormir mientras está encendida una estufa de gas es de lo menos aconsejable para proteger la salud. En los casos más leves, los convivientes pueden sufrir una intoxicación. Pero en el peor de ellos, corren el riesgo de morir sin darse cuenta.

No se recomienda bajo ningún concepto dormir con una estufa de gas encendida por el simple hecho de que la combustión del gas tiene la capacidad de devorar el oxígeno presente en la estancia y convertirlo en monóxido de carbono, cuya presencia es indetectable e inolora, lo que puede acarrear consecuencias insalvables.

Es cierto que, en la actualidad, cada vez son más las estufas de gas que cuentan con dispositivos de protección y seguridad que interrumpen el paso del gas cuando esta se apaga o en aquellos momentos en los que apenas exista oxígeno en el ambiente, pero en algunos domicilios no existen y los métodos para mantener una temperatura adecuada en el hogar son más rudimentarios y, por ello, más inseguros.

Familia tranquila ante una estufa de gas

Apagar las estufas antes de dormir.

Para evitar desgracias, las estufas de gas no deben colocarse en espacios pequeños; no se deben almacenar bombonas de butano o propano en sótanos o buhardillas; deben apagarse antes de dormir; es importante dejar un espacio entre estos aparatos y muebles o cortinas para evitar la propagación del fuego; no se debe cubrir cuando está encendida; y debe ventilarse el espacio con cierta frecuencia.

Es importante controlar que la llama de color azul no se apague; así como llevar un control de los interruptores de entrada y salida de gas. En aquellos casos en los que la potencia es superior a los 4,6 Kw, la ubicación donde se encuentra el aparato debe tener una ventilación ininterrumpida.


¿Cuánto tiempo se puede tener encendida una estufa de gas?

Esta es una de las dudas más comunes, pero la realidad es que no hay una respuesta clara. Aunque aproximadamente son ocho horas como máximo, las instrucciones de cada modelo lo especifican.

Sin embargo, la estufa del gas no puede estar encendida las 24 horas. Cuando no se utiliza, el regulador del gas debe mantenerse en modo “cerrado” y la bombona debe desconectarse cuando no se va a emplear la estufa durante un largo tiempo.

De cara a obtener una mayor seguridad, es necesario revisarla con regularidad para mantener unas condiciones óptimas de uso.

No obstante, el método más efectivo consiste en instalar un detector de monóxido de carbono en el hogar. Para ello, apoyarse en profesionales como Movistar Prosegur Alarmas es más que aconsejable. Este dispositivo advierte de la concentración de monóxido de carbono, envía la señal a la Central Receptora de Alarmas (CRA), activando la alarma sonora, hasta que la concentración desciende de los 30 ppm.

Si desde la CRA se confirma la señal de alarma, el aviso llega a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Por tanto, es la medida más efectiva de proteger la seguridad en aquellos hogares que cuentan con una estufa de gas en su interior.