El efectivo es el método de pago más inclusivo

Según datos del Banco Mundial, 1.700 millones de personas (el 56% de ellas mujeres, que en algunos países tienen prohibido abrir cuentas en el banco) y más de 200 millones de microempresas y pymes no tienen acceso a cuentas bancarias ni a una financiación adecuada. Además, en 2017 el 48% de los adultos en el mundo no había realizado ninguna transacción digital en el último año. Datos que manifiestan la importancia del efectivo en la sociedad, ya que se presenta como el método de pago más inclusivo para los colectivos vulnerables y para aquellos que no tienen acceso a los servicios bancarios.

De hecho, el Informe Económico Anual del Banco de Pagos Internacionales (BPI) indica que los afroamericanos cuentan con menos probabilidades de tener cuentas bancarias que otros grupos en Estados Unidos, una situación que también se extrapola a Europa, donde ocurre lo mismo con los ciudadanos con menos recursos. En el caso de las empresas más pequeñas, advierte de que tienen que asumir costes a veces elevados por los pagos con tarjeta, mientras que el efectivo tiene menos costes para ellas.

Es tal la importancia del efectivo para la sociedad en general, que durante la pandemia de Covid-19 muchos países han declarado la distribución del dinero en metálico como una actividad económica esencial. Un periodo en el que los ciudadanos también han visto garantizada su privacidad financiera, algo esencial en la actualidad, y que ha vuelto a ser objeto de debate tras la creación de las aplicaciones de rastreo de contactos en caso de contagios de coronavirus.

Precisamente en los últimos meses, iniciativas como la de Cajamar, de la que ya os hemos hablado en este blog, han permitido a las personas mayores contar con dinero en efectivo sin salir de casa, protegiendo así su salud durante el estado de alarma.