La desaparición del efectivo tendrá efectos negativos en el mundo rural

Las zonas rurales serían las principales perjudicadas de una hipotética desaparición del dinero en efectivo debido a la brecha digital existente, especialmente en municipios donde la electricidad y la conexión de red llegan de forma interrumpida o dejan de suministrarse de forma prolongada debido a las condiciones meteorológicas.

 

Por ello, implantar un modelo de pago exclusivamente digitalizado en territorio rural sería contraproducente para sus habitantes, normalmente personas mayores. De hecho, como indican las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 23,4% de las personas mayores de 74 años ha utilizado internet en el último trimestre, un 11,9% hace un uso diario de internet (uso de mensajería instantánea, lectura de prensa, manejo del correo electrónico, etc.) y solo un 3,6% ha realizado compras online en ese periodo. Datos muy bajos, si se tiene en cuenta además el confinamiento por la crisis sanitaria actual.

 

Pero no solo los más mayores del mundo rural saldrían perjudicados en un mundo sin dinero en efectivo. Los más jóvenes también acusarían esta situación, sobre todo los que no cuentan con teléfonos móviles o cuentas bancarias, ya que verían mermada su libertad a la hora de comprar un simple refresco. Los pequeños comercios también se verían damnificados por esta medida.

 

Estos hechos serán otro motivo para la despoblación rural, que verá cómo se fomenta de este modo la dependencia de los menores de edad hacia sus padres o que estos, con el fin de facilitarles el acceso al dinero, les proporcionen móviles o abran una cuenta a una edad demasiado temprana. Además, la necesidad de conexión de red para operar con métodos de pago digitales propiciará una mayor dificultad de acceso a los mismos. Y, por supuesto, los mayores saldrán muy perjudicados de la situación debido a sus escasos conocimientos informáticos o de dispositivos para poder realizar las transacciones comerciales.